Hablar con pacientes y con mis alumnos de la Escuela Mans siempre alimenta. Sin darme cuenta a veces un comentario enciende una lucecita en mi interior y las sinapsis, como un pequeño surgente inicia el camino. El mal ya está hecho y el pequeño manantial coge fuerza por la pendiente y se anima al encuentro de otros ínfimos arroyitos. La suma hace la fuerza y ya tenemos en marcha una teoría que he de plasmar en el papel digital. Sin duda es una buena excusa para seguir hablando del equilibrio, de lo faltos que estamos de yin en una sociedad, la nuestra, la que hemos creado tan amante del yang (actividad, acción, movimiento).

Mejor que me descuelgue de los términos de la Medicina Tradicional China para que este escrito se haga comprensible.

Idea 1: a la mayoría de mis pacientes les recomendaría 2 semanas en un balneario, cuanto más aburrido mejor. Con las 3 comidas incluidas. ¿Para qué? Pues para que no tengan casi nada que hacer ni pensar. Por no pensar ni decidir que van a comer, menú con 2 opciones y ya. Y agüita caliente para reposar sin darle chicha a la mente. Como amebas en el caldo de dónde venimos.

Idea 2: vivimos en una sociedad con una actividad continua, con inputs desenfrenados en forma de pantallitas, pantallas y super pantallas de 50 pulgadas. Los fines de semana son activos, Las vacaciones son activas. Los inviernos son activos… y el descanso para recuperar nuestro yin (perdón!) nuestros líquidos, tejidos, órganos, nuestro cuerpo en definitiva ¿para cuándo? A ¡sí! En la tumba, es una opción sin duda.

Idea 3: La vida en el campo tiene otro ritmo. Cuando un urbanita acelerado visita un pueblete de dimensiones reducidas, se estresa sólo entrar en la panadería del pueblo: ¡Qué lentos! Pero la gente que allí habita sobrevive a ese hacer, lo disfruta, es suyo. Ese ritmo es el del equilibrio, donde el yin y el yang, los líquidos (yin), los tejidos (yin) controlan al yang desbocado que sólo quiere fiesta, actividad, inputs y nada de lentas charlas en la panadería. Todo molesta para llegar antes a … algún sitio más interesante del que estoy en estos momentos. Es la carrera desbocada que no cesa.

Sumando estas ideas con el confinamiento debido a la pandemia: le encontré algo positivo al estar confinados. Sí que durante ese tiempo hubo pantallas, zoom a tutti pleni y un buen puñado de activistas que no dejaron de trabajar fuerte. Pero para una gran parte de la población fue una oportunidad. Después de una primera semana donde arreglamos armarios, limpiamos trasteros y ordenamos nuestras vidas el ritmo bajó. Luego llegó el tiempo de volver a la cocina, el placer de dedicarle cariño, crear nuevos platos y rememorar otros, reencontrar sabores. Nos costó algún kilo de más que generalmente no van bien pero en algunos casos sí que ayudaron. Esos kilos también son yin. Y ayudan a controlar el yang y si no lo tienes claro aún que es el yin y el yang, mira pasar una carrera de “runners” y verás como el correr (yang) y el sobrepeso (yin) no se llevan nada bien.

Poco a poco la paz llegó. Nos fuimos volviendo más “pasotas”, hicimos nuestras colas en la panadería, en el súper y como nada, tranquilos, total no teníamos gran cosa a hacer. Así fue como el yin recuperó su espacio y pudo equilibrarse con el yang, ni por debajo ni por encima. De igual a igual y el hacer, hacer, hacer, se transformó en horas de hacer y horas de no hacer para regenerarse.

Fue un episodio pequeño en nuestras vidas pero muy saludable por lo equilibrador. Y de paso, si fuimos capaces de observar, nos dio una felicidad calmada, sin estridencias.

Bueno, esto es una posibilidad de lo que fue, depende de los niños, la casa y la tensión de vernos sin trabajo ni ingresos se vivió de otras muchas maneras, pero el aprendizaje para los observantes monjes taoístas nos sobrevoló. Y por fin, sin tener que ir a un balneario, algunos de mis pacientes crónicos ansiosos se calmaron ellos solitos, sin medicación y sin las agujas de acupuntura.

Ángel López Hanrath
Profesor de Acupunutra y Medicina Tradicional China