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Ya sea por tensión emocional, un sobreesfuerzo o agotamiento, las contracturas pueden ser valiosa señales de alarma a las que es inteligente atender.

Trabajando en el ordenador una persona siente un dolor en el cuello y el hombro derecho. Con la mano busca un punto donde presionar. Encuentra un alivio momentáneo, pero el dolor persiste. Pasan las horas y la molestia siguiendo una trayectoria tal vez familiar paraella, sube hacia el cuello hasta alcanzar la zona posterior de la oreja. “Si hubiera ido al masajista la semana pasada…”, se dice. Pero tenía demasiadas ocupaciones para permitírselo. Al llegar a casa, el chorro de agua caliente de la ducha le relaja. El nudo de tensión, sin embargo, persiste. Tras sopesar si tomar o no un analgésico, la persona se va a dormir con la esperanza de levantarse mejor.

contracturas cuello ordenador

TIPOS DE CONTRACTURAS

Esta descripción corresponde a los síntomas asociados a una contractura de carácter tensional. Sucede cuando la musculatura pierde su capacidad elástica y recuerda más a una cuerda que a una goma. A partir de ahí sobreviene l dolor. Suele tratarse de contracturas vinculadas a tensiones de índole emocional. Se expresan de diferentes formas y en distintas partes del cuerpo.

Otras contracturas están vinculadas a un sobreesfuerzo. En este caso el músculo agotado no dispone de suficiente alimento para responder a lo que se le está exigiendo. Y, para protegerse, sus fibras se transforman en una bola. Es el famoso botón de endurecido que encontramos a nivel superficial y que molesta al presionarlo.

También existen contracturas asociadas a un agotamiento o a una falta de fuerza. Pueden verse favorecidas por una alimentación poco nutritiva o por el declive físico asociado a la edad. En este caso se trata de una molestia de aparición lenta y naturaleza crónica. La zona de los riñones suele ser la primera en avisar de que ya no da para más. En ese estado tan al límite cualquier agente externo – un golpe de viento, un día frío…- puede desencadenar el dolor.

SEÑAL DE ALARMA Y MECANISMO DE DEFENSA

En todos los casos la contractura constituye una señal de alarma: es un mensaje del cuerpo que nos avisa de que nos estamos pasando y que las consecuencias pueden ser peores. De hecho, conviene entender esa molestia como una manifestación de que algo puede pasar, no como una lesión en sí misma. Por ejemplo, en ocasiones un dolor lumbar actúa como una defensa al inmovilizar las vértebras y prevenir de ese modo un pinzamiento del nervio ciático. Muchas ciáticas se inician con ese patrón: rigidez de las vértebras lumbares; si se alivia la contractura con un masaje, puede darse en pocas horas un dolor muy agudo que descienda por la pierna.

Si la causa de la contractura es el sobreesfuerzo físico, de aparición súbita y con un dolor agudo, la solución es sencilla: eliminar la contractura con un masaje adecuado.

Como primer auxilio, el calor es un buen aliado: una bolsa de agua caliente o una esterilla eléctrica son suficientes. Se puede realizar también algún estiramiento de los músculos contraídos. El masaje, si no se domina la técnica, es preferible dejarlo para un profesional.

Asimismo, valorar el qué nos hemos pasado o dónde nos hemos equivocado será útil para no repetir el error. La causa puede ser tan simple como una mala postura al sentarse, unas zapatillas de correr desgastadas o inadecuadas, o pretender hacer deporte a pesar del cansancio acumulado.

El consejo es el mismo si el desencadenante de la lesión ha sido un enfado un desencuentro familiar o un conflicto laboral. LA limitación aguda y novedosa del movimiento enfoca hacia algo que ha sucedido hace poco. Aparte del masaje, hay que revisar cuándo pudo nacer esa contracción, qué emoción nos afectó. Las personas rígidas mentalmente suelen ser la que sufren más este tipo de problemas.

CÓMO LIBERAR UNA CONTRACTURA EMOCIONAL

La complejidad se incrementa cuando las contracturas se generan en un contexto emocional, especialmente aquellas que tienen un proceso de gestación más largo. Son las que un día aparecen como una molestia y remiten con facilidad, pero se repiten cíclicamente. En estos casos los masajes ya no son tan efectivos: eliminan el dolor de entrada, pero este retorna al cabo de poco tiempo o con la primera situación estresante. ¿Qué ha sucedido? A nivel físico el tejido muscular, tanto tiempo hecho una maraña, ha dejado de ser blando y elástico para tornarse rígido y duro. Hará falta, pues, más de una sesión para relajar la zona, y en algún caso será dificultoso recuperar la elasticidad de la musculatura. El motivo es que la lesión ya no se halla a un nivel superficial sino en una capa más profunda. Quien se encuentra en esta situación siente que el problema no tiene fin, parece que remite, pero vuelve con la presión laboral o vital. Con el tiempo se agrava y llega a ser un compañero de viaje. Se pierde así la esperanza a volver a vivir sin dolor.

LA RELACIÓN CON EL HIGADO Y LAS FRUSTRACIONES

En las medicinas orientales el dolor se relaciona con un estancamiento. El canal por donde circula el chi o la energía está obstruido, en algún punto se ha creado una presa. Quizá bajo la primera capa de piel una pequeña cantidad de sangre se ha quedado coagulada y genera una especie de tapón. Para que eso suceda o bien ha existido un traumatismo o bien la tensión del estrés enlentece l flujo de sangre en una parte del cuerpo.

Para la medicina tradicional china el hígado y la vesícula biliar tienen entre sus funciones el control de los músculos y los tendones. Y al hígado le afecta especialmente la rabia, la frustración y la contención, aparte de que también se encarga de almacenar sangre. Cuando una situación nos pone furiosos o la timidez no nos permite expresarnos, nuestra cara enrojece y delata esa represión interna.

Vesícula Biliar

Al acumula frustración, rabia o contención el hígado se congestiona. Eso merma el flujo de sangre y podría ser una de las causas del dolor. Las medicinas orientales entienden el cuerpo como un todo y no trabajan específicamente sobre la zona afectada.

Ante una contractura lo primer que trata un experto en esas terapias suele ser la tensión hepática por el estancamiento de chi de hígado que conlleva. El siguiente paso será eliminar el obstáculo: la sangre estancada. Con la ayuda de una ventosa es factible llevar esa sangre al exterior – la piel-, lo que provoca un hematoma llamativo, pero sin efectos secundarios.

Por último, a través del masaje habrá que ayudar a que la energía y los líquidos se vuelvan a poner en marcha. Así se consigue un resultado más duradero, tratando la causa y no solo los síntomas. Y la persona experimenta un bienestar que es tanto físico como anímico.

MIRAR HACIA DENTRO

La sensación de impotencia que genera una contractura al limitar el movimiento es una oportunidad que no conviene dejar pasar. La mayoría de veces la causa del dolor físico nace del propio interior. Intentar detener por un momento nuestra queja -física o mental- y preguntarse qué nos está pasando suele ser una buena estrategia. El cuerpo es más transparente que la mente, y cuando habla lo hace sin tapujos: tal vez nos deja tirados en la cama o nos obliga detenernos en pleno esfuerzo. Aprovechar la ocasión para revisar la dieta, la actividad física o la laboral, el estado anímico y los posibles conflictos emocionales está en manos de uno mismo. Despertar al observador interior puede ser la medicina más eficaz y también el regalo que nos ofrece esa “maldita” contractura.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]