Soy farmacéutico y profesor de masaje. Los dos trabajos me apasionan, como farmacéutico elaboro cosméticos naturales, como profesor de masaje enseño a que la gente se cuide a sí misma y a los demás.

Hace 30 años que soy profesor de masaje y lo que más me sorprende es el poco tiempo que se necesita para aprender a dar un buen masaje. En la primera clase todo el mundo es capaz de hacer un buen masaje relajante.

Tengo alumnos de todas las edades, de 18 a 60 años, pero todos tienen algo en común, les gusta dar masaje.

Este impulso es natural en el ser humano, es una forma de conectar con los demás a través del tacto y algunas personas son especialmente sensibles, tienen un don. Algunos son capaces de sentir como se siente la persona y calmarla sólo con una imposición de las manos.

Se trata de una habilidad como cualquier otra, como el que tiene buen oído para la música, buena estética visual para el diseño, buen olfato para los aromas o buena sensibilidad para distinguir sabores. Todo el mundo puede perfeccionar su talento natural y convertirlo en un arte y una profesión.

Es por esto que las clases de masaje tienen algo especial, cuando todos los alumnos están en silencio y concentrados en el masaje es como una orquesta capaz de llenar el ambiente de armonía y emociones que liberan las tensiones. El músico dirige y todo el auditorio es uno con la música. Cuando esto ocurre, el masajista y la persona que recibe el masaje se relajan y se curan a la vez. Es el ritmo y la armonía, la secuencia de las maniobras realizadas con sensibilidad, concentración y tacto las que facilitan la liberación de tensiones y un cambio curativo en la persona.

el profesor de masaje es el director de una orquesta

El masaje es como una orquesta capaz de llenar el ambiente de armonía

Cuando percibo esto en las clases se me pone la piel de gallina y me alegro mucho.

Intento continuamente conseguir esto ya que disfruto de estos momentos, de ver como les cambia la expresión de la cara y la sensación de un trabajo bien hecho.

Me cuentan que desde que asisten a las clases sienten mayor seguridad al dar masaje, que todo el mundo les alaba y agradecen el trabajo, que se encuentran mejor y sobretodo que les aumenta la autoestima. En cada masaje reciben un “me siento mucho mejor” , “que bien me ha ido” “se te da bien esto” y, sobretodo, las “muchas gracias” ¿cuándo quedamos otra vez?.

Aprender esta profesión no es cualquier cosa, es un tipo de experiencia que no se olvida, es como aprender a ir en bici, aunque pase tiempo ejercer, en cuanto te pones le pillas el punto otra vez.
Con los masajistas que he formado me pasa lo mismo que con los amigos, aunque pasemos mucho tiempo sin vernos, siempre nos alegramos de encontrarnos, nos saludamos con cariño y compartimos todas las sensaciones que nos ha otorgado esta preciosa profesión.